Un pueblo que ya no puede presumir de esa “gloria” coreada en el Himno porque simplemente ha dejado de ser “bravo” para sumarse al lote de un manso rebaño.
Hace un tiempo, una amiga en Facebook compartía un texto dedicado a Venezuela –no sé si de su autoría- en el que leí “me quitaste la oportunidad de irme y las ganas de quedarme”. En aquel momento, realmente vi eso un tanto áspero; sin embargo, debo confesar que actualmente, cada vez que Venezuela se me cruza en palabra escrita o hablada, e incluso, ante mis ojos al asomarme por el balcón de mi casa en la mañana o al salir a la calle, eso de “me quitaste (…) las ganas de quedarme” retumba en mi mente.
Y es que no me hace falta apostar a la ‘exageración criolla’ para ilustrar que los días en este país –“tu país, mi país”- progresivamente se tornan peores. Es un calvario físico, mental y espiritual al que difícilmente se puede hacer caso omiso.
Desde hace rato, siento que las probabilidades de vida en Venezuela se hacen más escasas. Si no es por la desgarradora y violenta inseguridad, es porque no se consigue un fármaco o éste es extremadamente costoso, entre cientos de otros perturbadores escenarios. Esto, sin obviar –por supuesto- el turismo por diversos comercios para hallar productos de primera necesidad y aseo personal.
Venezuela me ha inspirado desde niña, y no solo para dibujarla en el cole a través del mapa y sus paisajes, sino que además para dedicarle mi música y fuente de alarde ante foráneos. Pero qué triste que hoy día hablar de mi país eclipsa mi musa y estorba mis procesos de creación.
Sí, es triste, la verdad. Y lo peor, es que no sé a dónde va a parar esto. Es imposible vaticinar, cuando en medio del caos sigue germinando esa nefasta semilla que ha polarizado al pueblo tricolor; ese mismo pueblo que sigue haciendo chistes de las calamidades criollas y/o está seguro de que “este año es el año” porque los “adivinadores” lo dicen. Un pueblo transformado en cuna de alter egos corrosivos. Un pueblo que ya no puede presumir de esa “gloria” coreada en el Himno porque simplemente ha dejado de ser “bravo” para sumarse al lote de un manso rebaño.