Y no era la muerte

jueves, septiembre 23, 2010 por

Podía sentir cómo mis pupilas se dilataban
mientras la música se ensordecía
por el ruido interno del derrumbe de mis sentimientos.
Colada entre luces y gente,
su mirada desconcertada me abrazaba.
Mi corazón y respiración se alteraban.
Cada trago de agua
pasaba por mi garganta como vinagre sobre yagas.
No sentía rabia.
Tampoco las ganas de llorar estaban.
La verdad, en mí pasaba nada.
Podía ver su imagen a lo lejos,
rodeada de un no sé qué limitante;
un algo intangible,
pero presente que hacía alejarme de su ser, y sin intenciones de volver.
Por alguna razón,
las agujas del reloj hacían su trabajo rápidamente.
Deseaba que la función terminara y calmar esto que me ahogaba.
Llegó el momento en el que nuevamente estuvimos frente a frente.
Sin duda, ya nada sería igual.

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